Por Germán José Márquez Gil / Ingeniero de Petróleo y ex viceministro de Hidrocarburos
El petróleo entró a la palestra energética en 1860 con una participación menor al 1%, transcurrieron 105 años para que escalara a ser la primera fuente de energía global. En 1965 desplazó al carbón y para 1973 aportó casi el 50 % del consumo mundial de energía, es decir, lleva 58 años siendo el principal motor de las economías del mundo. Durante el 2022, tuvo una participación del 31,6 % en la demanda energética del planeta, seguida del carbón y posteriormente el gas, por tanto, los combustibles fósiles sumaron más del 80 %, estando muy por arriba de las fuentes renovables e hidroeléctricas. Esta situación seguirá siendo similar en los próximos años, análisis prospectivos de la OPEP, indican que el oro negro, continuará dominando los escenarios energéticos, al menos, dos décadas más.
A pesar de esto, en la pasada 28va Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP) celebrada en Dubái, entre el 30 de noviembre y 12 de diciembre 2023, 50 empresas de la industria de petróleo y gas, responsables de más del 40 % de la producción mundial de petróleo, suscribieron la Carta para la Descarbonización del Petróleo y el Gas (OGDC). Los firmantes acuerdan implementar las mejores prácticas en las industrias Oil and Gas para la reducción de emisiones de carbono antes de 2030, además se comprometen, entre otros acuerdos, para alcanzar cero emisiones netas para el 2050, según indica el comunicado.
Estos “compromisos” impulsarían grandes pasos para materializar la “ansiosa transición energética”. Pero veamos cuál es la situación actual de cara al 2050. Al analizar el primer informe del mercado petrolero del 2024 publicado por la OPEP, notaremos cómo la demanda petrolera global del 2023 cerró en 102,11 millones de barriles diarios, esta cifra es 2,46 % mayor que el año anterior, se proyecta un crecimiento similar para el 2024, se estima que al cierre de este año el consumo petrolero oscile en 104,36 millones de barriles día, es decir, que el uso de crudo como energía primaria seguirá en ascenso hasta el 2045.
Hoy, las actividades petroleras y gasíferas continúan en progreso en distintas partes de la Tierra. Importantes trasnacionales siguen realizando cuantiosas inversiones para la explotación de recursos hidrocarburíferos, bien es sabido que los yacimientos de fácil acceso han sido explotados por más de 100 años y sus reservas se encuentran mermadas, sin embargo, nuevas cuencas han sido exploradas, incorporando millones de barriles de crudo y trillones de pies cúbicos (PC) de gas a las estadísticas de fuentes energéticas; otros recursos probables y posibles están allí, bajo el subsuelo continental o marino, esperando ser añadidos al mercado, conforme el precio haga viable su extracción.
En el caso de Venezuela, la industria sigue incorporando barriles al negocio petrolero internacional. Es realmente admirable cómo ha logrado escalar posiciones paulatinamente en los últimos años, luego de ir sorteando las dificultades que sobrevinieron a las sanciones impuestas sobre el país entre los años 2017 y 2020, y que repercutieron sobre la industria de los hidrocarburos venezolana. A pesar de esta dura situación, ciertos cambios han ocurrido a nuestro favor con las “flexibilizaciones y licencias’’, por tercer año consecutivo la industria petrolera nacional continúa dando signos de recuperación. De acuerdo a las estadísticas OPEP, el cierre de producción petrolera venezolana del 2023, fue de 783.000 barriles promedio día (criterio OPEP), esto representa un crecimiento cercano al 10 % con respecto al 2022, y la meta desde el Ejecutivo Nacional es sobrepasar el millón de barriles para el 2024, plan en el cual, se comenzó a trabajar, considerando que, durante el 2023, fueron múltiples las noticias donde se informaba cómo la Estatal Petrolera PDVSA, suscribió acuerdos energéticos centrados en petróleo y gas con distintas empresas trasnacionales y países como: China, Rusia, India, Francia, España, Bolivia, Trinidad y Tobago.
Estos acuerdos hacen honor a la potencialidad energética del país latinoamericano, al considerar que Venezuela alberga para el cierre del año 2022, la mayor acumulación de crudo convencional de la tierra con 303.221,4 millones de barriles, así como reservas de gas natural que ascienden a 194.617.019 millones de pies cúbicos, posicionando al Estado en el octavo lugar a escala mundial. Estas exorbitantes cantidades de materia prima, están disponibles para contribuir al desarrollo socioeconómico de la humanidad, el cual en la actualidad está cimentado sobre los hidrocarburos fósiles.
En este sentido, el crecimiento de la población y auge productivo de cualquier nación, demandará un aumento considerable en el consumo energético. Es la energía uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) contemplados en la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas, de tanta importancia que lo establece en su ODS 7: Energía Asequible y No Contaminante. Es entonces un reto para la industria petrolera generar energía a la humanidad para mantener la calidad de vida de sus habitantes y propiciar un auge de las economías, pero considerando minimizar el impacto ambiental asociado.
No obstante, es menester indicar que Venezuela es pionera utilizando fuentes renovables para satisfacer parte de la demanda de energía eléctrica de la nación, tenemos más de un siglo generando Mega Watts aprovechando la potencia hidráulica de nuestros vastos y potentes ríos, por tal motivo, seguimos sumados a la diversificación de la matriz energética. Por lo anteriormente descrito, como petrolero de profesión, vocación y corazón, considero que la industria petrolera internacional, debe reinventarse en estos momentos, y prepararse para competir con energías renovables en un mundo futuro, donde el ambiente y los ecosistemas serán indicadores preponderantes en la economía mundial. En definitiva, esta debe asumir un rol conservacionista/ambientalista, invirtiendo mayores recursos para la creación de tecnologías que minimice, reduzca o “atrape”, las sustancias contaminantes que genera el uso del petróleo y sus derivados. Este rol, será la garantía de continuar y permanecer liderando la palestra energética del planeta en los años por venir.
PUBLICADO: 17 de enero de 2024