Un 19 de abril de 1960, el presidente venezolano Rómulo Betancourt mediante decreto creó la empresa Corporación Venezolana de Petróleo (CVP) con el fin de realizar labores de exploración, explotación y comercialización de crudo y combustibles en competencia con las compañías transnacionales que se habían establecido en el país desde principios del siglo XX y en cierta manera se considera como la empresa estatal que precedió a Petróleos de Venezuela (PDVSA).
“La CVP se organizó sobre bases serias. No sería un organismo burocrático más, con personal hipertrofiado e inepto, ni nunca se pensó en que fuera desde los comienzos una especie de alardosa competidora de las compañías privadas gigantes que operan en el país”, señaló el ex presidente Betancourt en la actualización que hizo de su libro “Venezuela, Política y Petróleo” en 1967. “La corporación ha tenido que enfrentar la desgana para colaborar con ella de la mayoría de las petroleras privadas, pero ya han comenzado a aceptar que es irreversible, inmodificable, porque expresa y recoge un profundo sentimiento venezolano”, acotó el mandatario.
La CVP era uno de los cinco vértices del pentágono que conformaba la política de Betancourt en defensa y conservación del petróleo, que de acuerdo a su ministro de Minas e Hidrocarburos, Juan Pablo Pérez Alfonzo incluía también impulsar la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), participación razonable, no más concesiones y creación de la Comisión Coordinadora de Conservación y el Comercio de los Hidrocarburos.
La dirección general de la CVP recayó en la figura de Rubén Sader Pérez, quien permaneció en ese cargo durante los gobiernos de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, y se constituyó en una importante figura para avance que tuvo esta compañía hasta el momento que se concreta la nacionalización, aunque hay críticos que señalan que desde su inicio se le impusieron frenos a su crecimiento.
“La frustración se comenzó a prefigurar desde el propio acto de fundación de la CVP”, sentencia el economista Carlos Mendoza Potellá. “El presidente Betancourt se curó en salud ante los concesionarios y sus mentores al hacer referencia a los limitados fines de la CVP y el carácter flexible de no más concesiones”, agrega.
Un criterio similar sostiene el analista petrolero Mazhar Al-Shereidah, quien tuvo oportunidad de establecer una amistad con Sader Pérez desde que se conocieron en Viena en una reunión de la OPEP a mediados de los años 60 del siglo pasado durante el mandato de Leoni.
“Rubén Sader Pérez amó la CVP como si fuera hija suya y, parafraseándolo, se negó a aceptar el papel de intermediario de los grandes consorcios y se entregó a la conquista de metas que pueden asegurarle un desarrollo independiente dentro de un país interesado en obtener y mantener un sincero ejercicio de su soberanía”, señala Al-Shereidah en un artículo que escribió para la revista del Banco Central de Venezuela. “Fue enorme el desafío de la CVP, las condiciones fueron adversas hasta para la captación de personal nativo entrenado, pues más atractivas eran las condiciones que ofrecían las concesionarias”, acota.
Desde el punto de vista de producción, la actividad de la CVP llegó a representar 3% del volumen de crudo extraído aunque desde el punto de vista de mercado interno por disposiciones gubernamentales llegó a representar hasta un tercio del suministro de combustibles en estaciones de servicios.
“La CVP es evidente que se trata de una política diseñada en la OPEP para todos sus miembros; es decir, dictada por la necesidad de crear empresas estatales de petróleo en cada país miembro de la organización, con el objeto de controlar en el futuro la industria petrolera nacional de cada Estado”, sostiene el historiador Rafael Arraiz Lucca en su libro “El Petróleo en Venezuela, una historia global”.
Nacionalización y apertura
En 1973, cuando gana las elecciones presidenciales Carlos Andrés Pérez, estaba en la agenda del mandatario concretar la nacionalización de la industria petrolera, la cual se concretó el 1 de enero de 1976 y en la propuesta inicial estaba que la CVP pasara a ser la empresa matriz que asumiera la operación de las empresas transnacionales, pero luego se optó por crear a Petróleos de Venezuela (PDVSA) y la CVP pasó a ser una filial junto a las que surgieron de las antiguas empresas extranjeras.
En seis décadas podría decirse que la CVP ha tenido cuatro etapas, la primera que va desde su fundación hasta 1978 -cuando después del proceso de nacionalización petrolera se ordena que se fusione con la filial Llanoven y se cree Corpoven, marcando una segunda etapa con otro nombre.
En 1995 se toma la decisión de reactivar el nombre CVP, durante el segundo gobierno de Rafael Caldera, también como filial de PDVSA, pero esta vez con el fin de convertirse en la empresa socia de transnacionales en las alianzas estratégicas de la faja petrolífera del Orinoco y en 1998 en el organismo encargado de los convenios operativos y las asociaciones a riesgo con compañías privadas y extranjeras.
En esa oportunidad, la presidencia de la CVP pasó a estar ocupada por el ingeniero de petróleo Juan Szabo, quien llegó a ser el director más joven de PDVSA, vicepresidente de exploración y producción de la estatal y lideró ese proceso que atrajo inversiones y permitió elevar la producción venezolana a 3,5 millones de barriles diarios.
“Originalmente la filial recomendada para ser reactivada con este nuevo objetivo era Deltaven, pero el ministro Erwin Arrieta (titular de Minas e Hidrocarburos durante el segundo gobierno de Caldera) optó por escoger la CVP por el significado histórico que su nombre y logro representaban”, comenta Szabo. “La CVP, de facto, se convirtió en el administrador de las relaciones y promotor de nuevos negocios para PDVSA y el Ministerio. Una especie de ensayo de un ente regulador aunque en este caso no tenía la autonomía en este tipo de entes”, acoto.
Los años de la revolución bolivariana
La llegada de Hugo Chávez al poder en 1999 marca un viraje en la política petrolera, la cual queda establecida con la Ley Orgánica de Hidrocarburos de 2001, que entró en vigencia en enero de 2002 y que derogó la legislación que estaba vigente desde 1943; así como la Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y Comercio de los Hidrocarburos, de agosto de 1975, la cual había dado base a la nacionalización de 1976.
“Los convenios de asociación y operativos que se habían celebrado en el marco de la apertura petrolera continuaron en plena ejecución hasta que se implemente el Plan Plena Soberanía Petrolera en 2007”, señala el abogado Juan Cristóbal Carmona en su libro Régimen Jurídico de la Actividad Petrolera en Venezuela.
Indica que ese año se aprobó el decreto con rango de Ley de Migración a Empresas Mixtas de los convenios de asociación de la Faja Petrolífera del Orinoco y de Exploración a Riesgo y Ganancias Compartidas. “La CVP se designó al efecto de ser la empresa estatal accionista de las nuevas empresas mixtas, correspondiéndole como mínimo una participación accionaria de 60%”, indica.
La decisión no escapó a críticas, polémicas y demandas internacionales como harían las empresas estadounidenses Exxon Mobil y Conoco Phillips que después de tener control en sus operaciones en la faja del Orinoco no aceptaron ser minorías en sociedad con PDVSA.
“La CVP opera con otra ideología y sus resultados muestran que no se está logrando aumentar la producción”, declaró Szabo cuando en una entrevista le preguntaron sobre el rol que le dio el chavismo a la corporación.
En 9 años de mandato de Chávez y el primer año de Nicolás Maduro -que abarca de 2003 hasta 2013, la política de los hidrocarburos estuvo bajo el predominó del ingeniero Rafael Ramírez, quien se desempeñó en el doble cargo de ministro de Petróleo y presidente de PDVSA. Durante buena parte de su gestión, la posición de presidente de la CVP la tuvo Eulogio Del Pino, quien a su vez era vicepresidente de Exploración y Producción de PDVSA.
En febrero de 2020, el presidente Nicolás Maduro al anunciar la designación de la Comisión de Reestructuración, Recuperación y Defensa de la Industria Petrolera, designó como presidente de la CVP al ingeniero Germán Márquez, quien además permanece en el cargo de viceministro de Hidrocarburos.
“La CVP en estos momentos busca fortalecer las relaciones con los socios en cada uno de los negocios y la Comisión Presidencial instruyó reuniones bilaterales con cada empresa con el fin de establecer planes reales de trabajo, para evaluar las finanzas y analizar la factibilidad de mantener las sociedades”, señala Márquez. “Es necesario sincerar la participación de los socios, honrar los compromisos y sobre todo actualizar las estrategias de negocios al escenario circunstancial del mercado petrolero”, agrega.
PUBLICADO: 18 de abril de 2020